Estado JIWASA Planificación territorial como sistema complejo vivo
Estado JIWASA
Planificación territorial como sistema complejo vivo
Conciencia en Primera Persona — Brain Bee
Yo no empecé como ciudadano.
Empecé como óvulo.
Antes de cualquier mapa, frontera o número de documento, yo era solo un cuerpo microscópico aprendiendo a pertenecer:
nutrientes entrando, residuos saliendo, todo siendo reaprovechado por el cuerpo de mi madre.
Nada “tirado afuera”. Nada “sobrando”.
Un sistema complejo vivo, autorregulado por millones de años de evolución.
Luego me convertí en bebé prelingüístico.
Yo no sabía lo que era un “Estado”, pero ya leía el territorio con el cuerpo:
el olor del río limpio o de las aguas servidas,
el sonido de una calle segura o de la violencia,
la presencia de árboles, sombra, animales — o solo concreto y motores.
Mi Mente Damasiana nació ahí:
interocepción + propiocepción =
“¿cómo me siento en este lugar?”.
Crecí.
Llegaron las palabras: barrio, ciudad, Estado, país.
También llegaron las pantallas: mi “territorio” se volvió un rectángulo luminoso que mostraba guerras, catástrofes, memes, peleas políticas.
Mientras tanto, el suelo bajo mis pies seguía igual o peor:
inundaciones recurrentes,
calor extremo,
barrios sin saneamiento,
deforestación alrededor de la ciudad,
loteos apareciendo sin árboles, sin transporte digno, sin escuela.
Me di cuenta de que mi cerebro territorial había sido capturado:
presto más atención a la polémica de la semana que al plan director de mi municipio;
conozco el nombre de influenciadores, pero no sé quién dibuja el zonamiento donde vivo;
siento en el cuerpo el calor y el agua en las rodillas, pero las decisiones sobre mi territorio se toman en salas donde nunca voy a entrar.
De esta fricción entre cuerpo y territorio, llego a una intuición simple:
Mi cuerpo es un sistema complejo vivo.
El territorio que habito también.
El problema es que el Estado sigue comportándose como si fuera una máquina lineal.
Lo que llamo Estado JIWASA es justamente el paso siguiente:
un Estado que se reconoce como parte de un sistema complejo vivo,
donde cada ciudadano, barrio, municipio y bioma funciona como célula, tejido u órgano,
y donde la planificación territorial deja de ser “mapa de colores en PDF” para convertirse en metabolismo del futuro.
Territorio como sistema complejo vivo
Cuando leo la literatura sobre sistemas complejos y sistemas socioecológicos,
veo escrito, en lenguaje académico, lo que mi cuerpo siempre supo:
los territorios no son “espacios vacíos” esperando proyectos; son redes vivas de relaciones entre personas, naturaleza, infraestructura, economía, cultura e información;
ciudades, regiones y biomas se comportan como sistemas adaptativos complejos: tienen múltiples escalas, múltiples actores, retroalimentaciones no lineales, puntos de inflexión y trayectorias históricas;
pequeñas intervenciones en ciertos puntos (uso del suelo, transporte, agua, energía, policía, educación) pueden cambiar por completo la trayectoria de desarrollo de un territorio.
Cuando la planificación ignora esa complejidad y trata el territorio como tablero, el resultado es previsible:
las periferias se expanden sin infraestructura;
las desigualdades se cristalizan en forma de calle, cerro, autopista, muro;
el clima regional se desorganiza;
el costo social y económico explota en forma de desastres, violencia y enfermedad.
Para mí, el territorio es un cuerpo vivo.
Las políticas públicas son intervenciones en ese cuerpo.
La planificación territorial es neurocirugía en un sistema vivo, no un ejercicio abstracto de cartografía.
Lo que llamo Estado JIWASA
El pronombre aimara JIWASA no es un “nosotros” cualquiera; es un “nosotros” que incluye el colectivo, el territorio y algo como un espíritu compartido.
Yo tomo ese concepto y digo:
Estado JIWASA es el Estado que se asume como expresión del metabolismo territorial,
y no como máquina externa que manda sobre el territorio desde afuera.
Cuando escribo Estado JIWASA, estoy diciendo que:
el ciudadano es la unidad básica del Estado,
no cliente ni “beneficiario”;el territorio es un sistema complejo vivo,
no solo área de expansión para proyectos y negocios;las leyes son ajustes finos de las condiciones iniciales del sistema,
y no comandos mágicos que “resuelven” problemas por decreto.
En la lengua de la complejidad:
el Estado lineal cree en causa y efecto directos: hago una ley, resuelvo un problema;
el Estado JIWASA trabaja con la emergencia: ajusto parámetros, diseño incentivos, creo espacios de participación y aprendizaje, observo indicadores vivos y acepto que la política pública es un proceso iterativo.
En otras palabras:
en vez de “gobernar cosas”, paso a cultivar procesos.
Planificación territorial como Memoria del Futuro
En el cuerpo, la planificación siempre está ligada a la anticipación:
el cerebro simula el movimiento antes de ejecutarlo,
activa redes motoras, recluta fe biológica en el gesto, prepara el terreno para la acción.
En mi lenguaje, eso es Yãy Hã Miy + Memoria del Futuro:
imitarse, proyectarse, ensayar quién voy a llegar a ser.
En la planificación territorial, veo algo análogo:
los escenarios de futuro son el “ensayo mental” de la ciudad o de la región;
los modelos de uso del suelo, expansión urbana, movilidad y clima son simulaciones del gesto colectivo;
los planes directores, zonificaciones, planes de cuenca y estrategias climáticas son contratos temporales con el futuro, que necesitan ser revisados a la luz de los efectos reales.
Lo que llamo Memoria del Futuro JIWASA es justamente esto:
Reconocer que el territorio es un sistema complejo vivo.
Usar ciencia con evidencia (datos de clima, agua, salud, movilidad, violencia, economía, cultura).
Traducir los escenarios en reglas e instrumentos concretos:
dónde se puede densificar,
dónde ya no se puede deforestar,
dónde es obligatorio un corredor ecológico,
dónde el transporte público tiene que ser prioridad absoluta.
Cerrar el ciclo con signos vitales: indicadores que muestren, casi en tiempo real, si el metabolismo territorial está mejorando o empeorando.
Cuando propongo DREX Cidadão, Ciudad Cero Residuos, Créditos de Carbono Ciudadanos y otras herramientas metabólicas, las veo como parte de ese panel de signos vitales:
son retroalimentaciones económicas que indican si el Estado está organizando bien o mal la energía del territorio.
Por qué un Estado responsable (JIWASA) mejora el desarrollo económico y social
Parte de mi tarea es mostrar que esto no es solo poesía política.
Ser Estado JIWASA es más eficiente económicamente que ser un Estado lineal e irresponsable.
Cuando leo estudios sobre ciudades resilientes, sistemas urbanos complejos, economía circular y planificación integrada, encuentro siempre el mismo patrón:
los territorios que integran resiliencia y complejidad en la planificación sufren menos con choques (climáticos, sanitarios, económicos) y gastan menos en medidas de emergencia para “apagar incendios”;
las gobernanzas que aceptan la naturaleza compleja de los problemas (desigualdad, violencia, crisis hídrica, colapso climático) y actúan en múltiples escalas consiguen aprender más rápido y corregir errores antes de que se conviertan en desastre;
los sistemas que tratan agua, energía, alimento, residuos, uso del suelo y movilidad como circuitos interconectados generan ganancias combinadas: menos desperdicio, más empleo local, más salud, más cohesión social.
En mi vocabulario:
el Estado irresponsable ve el territorio como un stock a explotar, empuja los costos hacia el futuro, genera lucro rápido para unos pocos y la factura final para todos;
el Estado JIWASA ve el territorio como un cerebro vivo, diseña políticas como quien cuida sinapsis, redes y flujos, y cosecha, en el mediano plazo, más estabilidad, más innovación y más bienestar distribuido.
No se trata de “Estado grande” o “Estado mínimo”;
se trata de un Estado consciente.
Cierre en primera persona
Cuando recorro de nuevo mi trayectoria —del óvulo al votante, del bebé que olía la calle al adulto enterrado bajo notificaciones— percibo que:
mi cuerpo siempre supo lo que es un sistema complejo vivo;
fueron la cultura, el lucro y el miedo los que me enseñaron a fingir que el territorio es solo escenario;
la política solo vuelve a tener sentido cuando la reconecto con el metabolismo territorial.
Por eso elijo hablar de Estado JIWASA.
Porque no quiero un Estado que me trate como dato, voto o blanco de campaña.
Quiero un Estado que se reconozca como parte del mismo cuerpo vivo del que yo formo parte.
Un Estado que planifique no para controlar el futuro,
sino para crear condiciones para que emerjan futuros vivos —
futuros donde el territorio respira, y donde cada ciudadano puede decir, en primera persona:
“Pertenezco a este cuerpo.
Y este cuerpo, por fin, aprendió a cuidarse de mí y conmigo.”
Referencias posteriores a 2020
(Estado, territorio y sistemas complejos vivos – en inglés)
Marrero, V. (2024). Complexity of sustainable trajectories of a socioecological coastal system.
An, L. (2025). Complex adaptive systems science in the era of global environmental change.
Nagel, B. et al. (2022). A methodological guide for applying the social-ecological systems framework (SESF).
Darwish, S. (2023). New approaches in socio-ecological systems thinking for development practice.
Ezzine-de-Blas, D. et al. (2024). Trajectories of Social-Ecological Systems in the Global South.
Abujder Ochoa, W. A. (2024). The Theory of Complexity and Sustainable Urban Development.
Basu, S. (2023). A framework for exploring futures of complex urban energy systems.
Landman, K. (2021). Rapidly Changing Cities: Working with Socio-Ecological Systems for Resilience.
Zhou, G. (2025). Enhancing social and ecological system coordination through spatial optimization of ecological, agricultural and urban spaces.
Oliveira, N. G. D. (2024). Integrating socio-ecological resilience in urban green space planning in Brazil.
OECD (2024). Implementing a territorial approach to the SDGs in Paraná, Brazil.
Jalonen, H. (2025). Sustainability transformation calls for complexity-informed public administration.