Jackson Cionek
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Ciudad Cero Residuos Concejales diseñando el metabolismo material del municipio

Ciudad Cero Residuos
Concejales diseñando el metabolismo material del municipio


Conciencia en Primera Persona – Brain Bee

Yo nací como una sola célula-óvulo, antes de cualquier basura.

Antes del plástico, antes de la publicidad, antes del “compra ahora”.

Al principio, todo en mí era metabolismo perfecto:
nutrientes entrando, desechos saliendo, nada pudriéndose, nada acumulándose.
Cada célula sabía qué hacer porque la información venía del ADN y del ambiente inmediato: una inteligencia silenciosa con un único objetivo, mantener el flujo de la vida.

Después llegaron las palabras.
Aprendí “mío”, “todo mío”, “tíralo”, “eso es basura”.
Pero mi cuerpo nunca aprendió lo que es “afuera”:
para el cuerpo, todo lo que entra tiene que convertirse en energía, tejido, o ser devuelto de una forma que mantenga el sistema funcionando.

Hoy soy adolescente / ciudadano de una ciudad que produce más basura que pertenencia.
Mi cerebro se moldea con feeds infinitos que me dicen que desee el próximo objeto y desprecie lo que “ya no sirve”.
Mi corteza prefrontal –que debería planificar– está secuestrada por notificaciones.
Mi interocepción –la capacidad de sentir mi propio cuerpo– se apaga entre pantallas y ultraprocesados.

Y, aun así, mi Mente Damasiana sabe que:
cuando la ciudad está enferma es porque su metabolismo material cayó en Zona 3:
un estado en el que el flujo de materia y energía sirve al lucro, no a la vida.

Si mi cuerpo necesita un metabolismo limpio para existir,
¿por qué mi ciudad no?

A partir de esta pregunta, yo, Brain Bee en primera persona, empiezo a imaginar una Ciudad Cero Residuos:
un organismo colectivo JIWASA, donde el “yo” solo tiene sentido dentro de un metabolismo compartido,
y donde concejales, diputados y senadores dejan de gestionar basura política y pasan a ser arquitectos del metabolismo material del territorio.


Basura, cerebro y Zona 3: cuando descartar se vuelve ideología

Desde la neurociencia, “basura” no es una categoría neutra.
Cada vez que tratamos objetos, personas o territorios como desechables, reforzamos vías sinápticas ligadas a la indiferencia y a la desresponsabilización. Es un aprendizaje implícito: si todo es reemplazable, nada merece cuidado.

Las redes sociales amplifican esa lógica.
La publicidad, los influencers y los ciclos rápidos de consumo entrenan el cerebro para buscar dopamina en compras y estatus, no en pertenencia ni en JIWASA.
El resultado es un metabolismo social enfermo:

  • los materiales circulan poco,

  • los productos tienen vidas útiles ridículas,

  • el destino final es el vertedero, el relleno sanitario o el río.

Al mismo tiempo, ya sabemos que las políticas de Basura Cero y economía circular generan más empleo, más innovación y más salud que los modelos basados en rellenos e incineración. Las ciudades que invierten en reducción, reutilización, reparación, reciclaje y compostaje crean muchas más plazas de trabajo por tonelada de residuos gestionados que las que solo entierran o queman, y los sistemas circulares impulsan nuevos negocios y oficios locales de reparación, reacondicionamiento y rediseño.

En términos simples:

Un metabolismo material más inteligente no es un “costo”,
es una inversión en desarrollo económico y social robusto.


Prosperidad Bribri: donde la “basura” casi no existe

Para imaginar una Ciudad Cero Residuos JIWASA, necesitamos mirar a quienes llevan siglos viviendo dentro de un metabolismo territorial: los pueblos originarios.

Entre los Bribri de Talamanca, Costa Rica, prosperidad no significa acumular dinero. Significa vivir bien con la montaña, la familia, los espíritus y el territorio.
Las mujeres Bribri han organizado, desde la década de 1990, asociaciones como ACOMUITA (productoras de cacao en sistemas agroforestales) y Stibrawpa, una iniciativa de turismo comunitario gestionada por mujeres que combina agroforestería, soberanía alimentaria, lengua, cultura y economía circular local.

Investigaciones recientes muestran que:

  • La agroforestería Bribri, a menudo liderada por mujeres, es un acto de resistencia y resiliencia frente al agronegocio: restaura biodiversidad, garantiza comida y genera ingreso comunitario al mismo tiempo.

  • El modelo turístico de Stibrawpa fortalece la lengua Bribri, valora el trabajo de las mujeres y organiza la economía alrededor de la familia, el territorio y una noción no acumulativa de prosperidad: prosperar como flujo, no como stock.

  • En contextos matrilineales Bribri, las mujeres asumen un papel central en la defensa de la tierra y en la gestión de recursos, entretejiendo clima, agroecología y justicia de género.

El punto clave es:
en muchas comunidades Bribri, “basura” casi no existe como categoría cultural.

  • Los residuos orgánicos vuelven al suelo.

  • Los materiales se reutilizan hasta el límite.

  • Lo que llega de fuera como plástico o chatarra se vive más como amenaza que como señal de “progreso”.

La prosperidad Bribri es un atractor ecológico-cultural: cuando territorio, parentesco, espiritualidad e intercambio están en equilibrio, el sistema converge hacia el “buen vivir”; cuando entran monocultivos, endeudamiento y proyectos impuestos, el sistema cae en otra cuenca de atracción: pobreza, conflicto, pérdida de autonomía.

No es romanticismo; es pensamiento de sistemas aplicado a una sociedad real.

Cuando hablamos de prosperidad Bribri, hablamos de un metabolismo material donde:

  • la materia circula en ciclos cortos y locales;

  • el valor está en las relaciones entre personas, territorio y espíritus;

  • el consumo es medio para la vida, no fin en sí.

Traer este concepto a la ciudad no es folclore.
Es reconocer que existen modelos de desarrollo bajo en residuos y alto en pertenencia que ya funcionan hoy y pueden inspirar el diseño de políticas urbanas.


Ciudad Cero Residuos como política JIWASA

Si combinamos:

  • la evidencia económica sobre Basura Cero y economía circular;

  • la experiencia Bribri de prosperidad no acumulativa;

  • y la neurociencia de la Mente Damasiana, que muestra cómo los hábitos de cuidado y pertenencia reconfiguran redes atencionales y emocionales;

llegamos a una afirmación fuerte:

Las ciudades JIWASA Cero Residuos tienden a ser más prósperas económica y socialmente
porque organizan el metabolismo material a favor de la vida, no del descarte.

En tu vocabulario, Jackson:
una ciudad Cero Residuos JIWASA es un Municipio Metabólico en el que el ciudadano no es “beneficiario de programas sociales”, sino copropietario del Estado y coautor de las reglas que rigen el flujo de materia y energía.

El foco se desplaza de la “renta” al rendimiento metabólico:

  • rendimiento en salud (menos contaminación, menos vectores de enfermedad);

  • rendimiento en tiempo (menos traslados de residuos a largas distancias, más soluciones de barrio);

  • rendimiento en trabajo (más empleos en reutilización, reparación, reciclaje, compostaje);

  • rendimiento en sentido (la sensación encarnada de pertenecer a un territorio que se cuida a sí mismo).

Esto se conecta directamente con los principios constitucionales:
el deber del Estado de garantizar un ambiente ecológicamente equilibrado, reducir desigualdades y proteger los bienes comunes. La gestión municipal de residuos, la logística inversa, las compras públicas y los proyectos locales de carbono pasan a ser infraestructura dura de JIWASA, no simples políticas “verdes” decorativas.


Concejales como diseñadores del metabolismo material

En un Estado JIWASA, el concejal ideal no solo es “legislador”; es un diseñador del metabolismo material del municipio. En la práctica, significa:

  1. Mapear el metabolismo de la ciudad

    • Rastrear origen, tipo y destino de todos los flujos materiales: orgánicos, reciclables, escombros, residuos electrónicos, residuos hospitalarios.

    • Identificar “puntos calientes” de basura y desigualdad: barrios con basureros a cielo abierto, ríos contaminados, ausencia de servicio de recolección.

  2. Crear marcos legales para Basura Cero y economía circular

    • Adoptar un plan municipal Cero Residuos con metas progresivas de reducción del envío a rellenos sanitarios.

    • Crear incentivos fiscales y regulatorios para cooperativas, negocios de reutilización y reparación, logística inversa y polos locales de economía circular.

    • Reformar las reglas de compras públicas para priorizar productos reutilizables, reparables y reciclados.

  3. Vincular créditos de carbono y DREX Ciudadano Metabólico

    • Medir la reducción de emisiones lograda con compostaje, reciclaje y sistemas circulares.

    • Convertir parte de esos logros en rendimiento metabólico para los ciudadanos –por ejemplo, micropagos en un esquema de DREX Ciudadano Municipal, vinculados a comportamientos verificables como separar los residuos, participar en mingas comunitarias, integrar huertas urbanas.

  4. Convertir la educación en experiencia de metabolismo

    • Escuelas como núcleos Cero Residuos: composteras, huertas, talleres de reparación, proyectos de diseño circular.

    • Niños y adolescentes siguiendo, en primera persona, los ciclos de los materiales de su propia calle y barrio.

  5. Llevar la prosperidad Bribri al plan de ordenamiento

    • Reconocer que la prosperidad urbana no es “más centros comerciales y tráfico”, sino barrios donde los flujos materiales son cortos, la naturaleza está integrada y la cultura local está viva.

    • Crear zonas de economía circular inspiradas en experiencias como Stibrawpa: turismo comunitario, agroecología periurbana, economías de artesanía y reparación basadas en materiales recuperados.

En resumen: legislar para que el “sistema nervioso” de la ciudad (leyes, presupuestos, instituciones) sostenga un metabolismo material saludable, en lugar de normalizar el descarte.


Cierre en primera persona: del “yo-basura” al “nosotros-metabolismo

Cuando yo, Brain Bee, miro mi ciudad desde mi propia interocepción, veo que:

  • mi cuerpo no sabe lo que es “basura”;

  • mi cerebro sufre cuando todo a mi alrededor se trata como desechable;

  • mi sentido de pertenencia aumenta cuando veo materiales, alimentos y cuidados circulando en ciclos cortos y justos.

La lección sin palabras de los Bribri y el concepto aimara JIWASA convergen en la misma dirección:
no existe conciencia sana sin un metabolismo colectivo sano.

Una Ciudad Cero Residuos JIWASA es, por lo tanto, un proyecto neuroeconómico:

  • reorganiza la atención, porque nos enseña a ver flujos en lugar de objetos;

  • reorganiza los incentivos económicos, porque paga –en trabajo, salud y rendimiento DREX– el cuidado del metabolismo material;

  • reorganiza el papel de los representantes, que dejan de legislar para intereses estrechos y pasan a legislar para el cuerpo vivo de la ciudad.

El mensaje para concejales, diputados y senadores es simple y radical:

Si el ciudadano es la unidad básica del Estado,
entonces la basura es el signo vital de cuánto ese Estado está fallando
en cuidar de su propio cuerpo.
Una política Cero Residuos JIWASA no es una agenda ambiental marginal;
es la prueba de que un Estado responsable puede generar mejor desarrollo económico y social
mientras sana el metabolismo material del que todos dependemos.


Referencias seleccionadas posteriores a 2020

(Prosperidad Bribri y metabolismo territorial)

  1. Arias-Hidalgo, D. (2023). Perspectivas decoloniales sobre las asimetrías de género en el turismo comunitario indígena: el caso de las mujeres bribris de Stibrawpa, Costa Rica.

  2. Arias-Hidalgo, D. (2021). Tesis doctoral sobre la integración del desarrollo turístico y las dinámicas agrícolas en el territorio indígena bribri de Talamanca, Costa Rica, y sus impactos en los medios de vida.

  3. Pelliccia, M. (2021). “For Costa Rica’s Indigenous Bribri women, agroforestry is an act of resistance and resilience.” Reportaje en profundidad sobre agroforestería y resistencia Bribri.

  4. Salcedo-La Viña, C. (2023). Análisis de los riesgos potenciales que las iniciativas climáticas y forestales representan para los derechos de las mujeres indígenas sobre la tierra en Colombia, Costa Rica y Panamá, incluyendo territorios bribris.

  5. SURCOS & Colegio de Profesionales en Sociología de Costa Rica (2022–2023). Informes sobre la situación de los Pueblos Indígenas en Costa Rica, con secciones sobre territorios Bribri y Cabécar.

  6. Calí Tzay, J. F. (2022). Informe del Relator Especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas tras su visita a Costa Rica, con énfasis en conflictos de tierra e iniciativas comunitarias en Talamanca.

  7. IWGIA (2023). The Indigenous World 2023 – Costa Rica, panorama sobre territorios indígenas, derechos y desafíos actuales, incluyendo al pueblo Bribri.

  8. Batt, K. S. (en curso, 2025). Proyecto de investigación sobre el posible impacto de iniciativas ecológicas (agroforestería, turismo comunitario) en la salud mental y el bienestar Bribri.

  9. PNUD / GEF (2023–2024). Documentos de proyecto sobre turismo comunitario, agroforestería y corredores biológicos en territorios bribris de la cuenca del Sixaola.

  10. Instituto Costarricense de Turismo (ICT) (2024). Guía turística del Caribe con secciones sobre turismo comunitario indígena en Talamanca, incluyendo experiencias bribris como Stibrawpa.

  11. Canpolat, E. et al. (2022). Fostering Gender-Transformative Change in Sustainable Forest Management: The Case of the Dedicated Grant Mechanism (DGM). Informe del Banco Mundial con casos sobre mujeres indígenas y gestión forestal.

  12. Varios autores (2024). Artículos y capítulos sobre la experiencia de turismo comunitario Stibrawpa en compilaciones de turismo, gestión y tecnología, destacando las concepciones bribris de bienestar y territorio.

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Jackson Cionek

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